jueves, 26 de diciembre de 2013

De puntillas.



Otra noche más en la que la luz tenue de fondo es propagada por las teclas de un piano que con sus vaivenes no levantaría el ánimo ni con una nariz roja de gomaespuma.
Noches en las que el Payaso Triste te presta sus zapatos mientras él, se ha ido de putas, y no te ha dejado ni un papel en el que ponga: "Que te jodan".


Parece que ni los compañeros habituales de la banda sonora de tus noches se atreven a irse a dar cabezazos contra la almohada. Probablemente también se hayan ido de putas. Pero ellos sí han dejado un mensaje. Un mensaje muy claro pero que no sabes entender porque suena en una escala que no estaba en tus planes.

 Dejas que esas notas sean tu Pávlova personal. Te concede ese baile, admirable, pero con la condición de mirarlo desde lejos para no inmiscuirte en él.


Al lado del que parece un director de orquesta jubilado, con más marcas de experiencia  en su piel de las que podría dejar cualquier navajazo en la cara, te colocas para poder escuchar con más nitidez esas palabras francesas con un acento indescriptible.

Lo sutiles que son, y lo amargas que se pronuncian.


Cada movimiento de eso a lo que ella llama juego, con su derrière incluido, te hace pensar en todas y cada una de esas proposiciones, propuestas vacías que se pasan por tu cabeza mientras sigue bailando, como si el propio Debussy hubiese cosido la melodía después de haberla visto. 

Sacada de una idea se había convertido en realidad, y tú seguías impasible. 
Ese era el trato.


La música cada vez se hacía más lenta, el director acababa de "coger el dos" y no tenías más remedio que ver como la orquesta seguía tocando, desorganizada, y cómo con la cara de indiferencia que les caracterizaba a esa panda de mercenarios con instrumentos de cuerda sentías que se la llevaban.


No ibas a permitirlo.


Si se iba a hundir, que se hundiese contigo.


Con las mismas ganas de inmiscuirte y de buscar problemas que las que tiene un ciego de pedir un deseo al ver una estrella fugaz, mandas a la mierda tus esquemas. 
Las tablas las convocan los perdedores, y ésta no es la noche en la que te arruinarás.

Por ello con la poca sutileza que te caracteriza, perderás las formas.


Las perderás porque sabes que ya has ganado, lo llevabas viendo en sus ojos desde el momento en el que empezó el show.


Esta noche seguirás estando solo aunque haya unos maillot rosas a los pies de tu cama. Aunque el derrière ahora sea a tu vera y no detrás de ese muro que pintaron como infranqueable.


La orquesta siguió tocando, y hasta que no se hunda, no parará.

lunes, 11 de Marzo de 2013

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