miércoles, 28 de junio de 2017

Un, dos, tres.

No se desubicarme de lo cotidiano.
Intento huir de la rutina pero acaba siendo tan cómoda que podemos llamarla hasta peligrosa.
¿De verdad es normal esquivar tanta espuma?
¿De verdad la gente puede esquivar el humo?

Tiene mucho que atrae, no me valen los "algos", pero no es nicotina o alcohol. Todos acabamos teniendo nombres y apellidos.
Y si no, nos los inventamos.

Evolucionamos corriendo, alejándonos de lo que considerábamos cotidiano, para entrar en otra asiduidad,pero mirando de reojo por la ventana, por si te llaman y tienes que irte sin maletas.

Creo, que la mejor sensación, tú que lees esto, y yo que escribo a veces, es sentir la comodidad del tiempo.
Poder decir: "yo me quedo en el aquí y el ahora sin miedo al segundero".

Y que nos sigan colgando los pies de lo alto que está.

Las malas influencias nunca fueron tan buenas, con tanto paréntesis por no haber pensado en conseguir (todavía), o no haber conseguido desabrocharme el botón de la camisa para respirar, y no para tirarla al suelo después de los gayumbos.

Es como una velada de boxeo en la que bailan, tirando los guantes al suelo y diciendo: "niña, me quedo aquí y con esto".

Pensándolo mejor, si somos capaces de escribir y transmitir eso, es porque hemos sido felices.
Y por tanto, podemos serlo.
Y por tanto, lo somos.

Yo paso de seguir mirando de reojo a la ventana.
Pero una idea sigue rondando en la cabeza: Sin saber bailar, sólo no se aprende.

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