Y me
río yo de las casualidades.
La entelequia de las musas cada vez se hace más fuerte, y joder, quién pudiese tener una máquina para escribir.
El
ordenador parece frío, pero la procesión va por dentro y quiere salir a putos
borbotones.
Aunque
sólo haya sido por eso de pegar tiros al aire,
y
que las balas perdidas caigan,
y no(s)
den a nadie. A todos.
Me
río de las veces,
que
entre las cosas que creíamos que no iban a dejar resaca,
me
levantaba con el mejor dolor de cabeza que había tenido nunca.
Y de
abrocharte la camisa como puedes, no como querrías.
Y de
girarte y decir: he perdido?
Y me
vuelvo a reír pero es que no creo en vosotras, casualidades.
Yo
me creo las causas.
Que
si, que te entretienes.
Que
las copas baratas siguen sabiendo a lo mismo, pero cada vez nos las bebemos con
más ganas.
Al
final, habrá sido una de esas balas de las que hablábamos antes. Habrá rebotado
y habrá llegado hasta aquí.
Pero
escucha, por si no estabas tan perdida:
Os
acordáis de eso de tan cerca pero tan lejos?
Pues
no estaba muerto, estaba de parranda.
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