domingo, 1 de abril de 2018

Miedo.


Estas palabras son una carrera hacia delante. Una huida en contra de la libertad.
Cuanto más deprisa, más despacio como aquel que dice.

No sé de que estamos corriendo pero es constante.
No hay meta, sólo está presente el sacrificio de la carrera.

El miedo es bastante habitual, tenemos parones, intentos de abarcar más de lo que deberíamos o para lo que estamos concebidos.
Me encantaría darte las gracias, por haberme descubierto otra vez y permitirme ser quien siempre he sido. Aunque con toques de aquí y de allá, con mas cicatrices de las que se ven en la cara. Pero el miedo del que hablaba se hace latente cuando sé que un par de corazones se sirven en bandeja de plata.

No me siento vulnerable, y no es por no poder romper algo que ya está roto (porque está bien entero), lo que siento es pasarme de frenada con la mejor copilota del rally de la vida (con b).
Es miedo a elegir.
Es miedo a la inmensidad de todo.
Es miedo a la incertidumbre.
Es miedo a la libertad.
Es la seguridad de quererte por confiar en mí.

Nunca tuve tanta inspiración como esos primeros meses, y ahí entendí a las musas de los clásicos.
Porque sin creer en Dios, conseguiste hacerme creer en algo.

Las letras son también tuyas porque inherentemente formas parte de ello
Dejando de lados palos, y macarras.

Es una sensación horrible y la más bonita del mundo,
mis inseguridades son mis miedos
y mis miedos, son dudas.

Supongo que no es fácil sentir que has conseguido oír tictac dentro de alguien que parecía estar parado. No soy tan responsable. Es todo estética.

La incapacidad de aprovechar el momento presente es la peor ansiedad, es la latencia de lo pendiente. Y me niego.

Eres la sensación más bonita del mundo, y cuando no lo veo es horrible,
tus seguridades son mi descanso
y mi descanso, merece la pena por los buenos días con camisa preparada para largarte a currar.

Los bares siguen estando, pero qué quieres que te diga, es como tomarse la birra templada. Que no está caliente, lo sé. Pero tampoco está fría.

Reniego de la carga sobre los hombros, y de tener que repartirla entre los que vamos de viaje.
Que le jodan, en el peor sentido de la expresión.
Yo no quiero ser libre, por lo menos por ahora.
Yo, quiero ser nosotros.

Perder esa noción del tiempo sin conocer la mañana o la noche, el arriba o abajo.
Que se pare todo. Que vuelva la calma. Y poder descontrolarlo en cualquier momento dónde y como nosotros queramos.

Leí algo sobre posmodernidad, y no creo que seamos fruto de ella.
Estoy seguro que lo somos.
Lo que tampoco sabía, es que podías construir un imperio dentro de alguien con una sonrisa.
Pero de las de verdad, de las que achinan los ojos.
Y te cambia la voz.